Decorum es la fórmula empleada en el siglo XVII para limitar la arbitrariedad de todos los engaños, la arbitrariedad del arte, pero también la arbitrariedad del mercado, sin depender de un anclaje religioso. El decoro pudo confirmar de nuevo las diferencias ocasionadas por la estratificación. Alrededor de la mitad del siglo XVII, Tomás Hobbes (quien veía en el contrato la única posibilidad de asegurar el orden social contra el hecho del cambio de 'persona' por parte de los hombres y la posibilidad de ser distintos de lo que aparentan ser), disuelve también el decoro. (Luhmann, Arte de la sociedad, 307.)