cuántos cuerpos se acostumbran dar a la estampa del, para que según esto me determine a enviarlos. Acepto la manda que Vuestra Paternidad Reverenda me hace de la máchina specular, que me promete para adorno de mi museo, y agradezco la buena voluntad con que me ofrece las demás máchinas hydráulicas y catóptricas, si hubiera comodidad de poderse traer hasta este mundo tan remoto como aqueste, por ser tan voluminosas y grandes; mas, si algunas fueren más pequeñas, así de las unas corno de las otras, que puedan con más comodidad traerse, sería cosa que yo preciaría en mucho para ilustrar con ellas en nombre de Vuestra Paternidad Reverenda, el nuevo museo que he hecho porque, aunque acá quisiera yo fabricar algunas dellas, no hay posibilidad para ello, como porque no hay en este reino los materiales para hacerlas, ni los oficiales y artífices que tengan capacidad para obrallas. Una me puse a fabricar de hojas de lata que traen de España, estañadas, que es aquella fuente que está en el Arte magnético, folio 429, en el primer machinamiento, que, aunque la saqué con suma perfección, añidiendole otras disposiciones de ingenio, me costó inmenso trabajo, junto con mucho dinero, por ser todo aquí más caro que en cuantos reinos hay en el mundo; suplico mucho a Vuestra Paternidad Reverenda no se olvide de aquellos vidrios lenticulares graduados, con que se introducen dentro de las cosas las especies intencionales de las cosas; estimaré muho si Vuestra Paternidad Reverenda me hace merced de enviarme dos de ellos iguales, y los mayores que hubiera y algunos otros menores para este ministerio a propósito, porque no he podido hallarlos por acá, por lo mucho que he deseado experimentar con perfección esta maravilla; y si hubiere aquellos con que se ejecuta la Criptología nova, que está en el Arte de la luz y la sombra, fol. 913; uno de metal y otro de vidrio hiperbólico, lo preciare en grado excelso, por ser aquesta nueva invención cosa de asombro y espanto. Ruego a Vuestra Paternidad Reverenda no deje de hacerme estos favores que ruego, remitiéndome estos vidrios con las demás cosillas extraordinarias que Vuestra Paternidad Reverenda quisiera honrarme para ilustrar y adornar con ellas mi nuevo museo que he hecho.
Hube las obras del Señor Juan Caramuel y en un librito pequeño de las observaciones de los nuevos phoenómenos del cielo deste tiempo, en que trae muchas cosas que se han descubierto en el helioscopio, hallé que aqueste instrumento es grande y que no es como los anteojos de larga vista ordinarios, sino que los cristales son grandes y que se mira por ellos con ambos ojos y no como en los otros con uno; hallé también en este autor cómo trata del modo como se pueden aprender todas las ciencias; otro autor también he hallado que en un tomo bien grande enseña el modo de aprenderlas brevemente y, al fin, trae las combinaciones de Vuestra Paternidad Reverenda; llámase Sebastian Izquierdo y es de la Compañía de Jesús; intituló su libro Pharus scientiarum; pero si he de decir lo que siento, juzgo que el uno y el otro le han hurtado a Vuestra Paternidad Reverenda su enseñanza; al menos a mí, poco ni mucho me cuadra el modo con que el uno y el otro tratan de enseñar las ciencias, ni es intelegible lo que proponen, porque a mi no me cuadra ni entiendo
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