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á los Superiores lo que pasa de este genero. De esto nos dá alguna noticia el Padre Provincial ''Juan Baptista de Zea'' por estas palabras (6): ''<span style="color:Blue">No se tolere por ningun caso, que el Compañero del Cura tenga en su aposento frascos, ni frasqueras, ni barriles, ni barriletos de aguardiente, mistela, ó vino, ni otros regalitos de vizeochuelos, conservas, azucar, torta de rosa, que los Padres Curas les suelen dár para su regalo, con menoscabo de la observancia. Y persuadanse los Padres Curas, que no poniendo en los aposentos de los Compañeros dichos regalos, evitarán el que algunos sugetos discurran y malicien que hacen ese agasajo á sus Compañeros para taparles la boca, y que no avisen al Superior de sus faltas. Y los mismos Compañeros se librarán de la nota que alguno quizá les impondrá, de que por coechados faltan á la fidelidad que deben á la Religion</span>''. <p></p>98 Pero doy que las precauciones tomadas para el caso, y el temor de que los efectos descubran el desorden , embarace á estos Padres el incurrir en él fuera de casa: no puede haber dentro de ella otro mayor? Con el debido rebozo le insinúa disfrazado el mas hábil de los Provinciales que ha tenido esta Provincia el P. ''Agustin de Aragon'', diciendo (7): ''<span style="color:Red">En el régimen de los [[Semantic content::Cubiculario|muchachos]] que sirven en Casa, se debe evitar lo primero, que entren sin necesidad en nuestros aposentos, ni estén dentro despacio con titulo de escribir, ú hacer otra cosa, y aun quando entran de paso para alguna cosa precisa, no permitirá el Padre que se cierre la puerta. Lo segundo, no conviene que se introduzca tever muchacho fijo á la puerta para acudir á lo que se le mandáre; para esto basta la campanilla que desde la puerta del aposento se toca, y lo demás tiene resabios de autoridad parecida á la que osan los Palaciegos. Lo tercero, que fuera detestable si sucediese el halagar con les manos á los muchachos, ó tocarlos con pretexto de agasajo, familiaridad, ú otro mas baxo, y llamolo asi , porque en la verdad semejantes acciones envilecen á qualquiera, quanto mas á Varones Espirituales, de quien pende la enseñanza y salud eterna de estos pobrecitos , que tal vez llegan á sospechar por menores demostraciones intentes igualmente baxos á los que ellos conciben, y mas quando se estimúla la embidia del que ven mas acariciado del Padre.</span>'' Sobre este particular hay un número considerable de Cartas , Avisos , Moniciones, Ordenes y Providencias, asi de los Generales, como de los Provinciales, y suponiendo eso mismo haber sido largos y muchos los graves desordenes, no se han visto los Padres Misioneros expulsados.
 
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(6) Ibid. ''Tom. 2, pag. 67.'' (7) Ibid. ''[[Page:Ms.6976.djvu/71|Tom. 1, pag. 73]].''
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(6) Ibid. ''[[Page:Ordenes Salamanca.djvu/107|Tom. 2, pag. 67.]]'' (7) Ibid. ''[[Page:Ms.6976.djvu/71|Tom. 1, pag. 73]].''
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á los Superiores lo que pasa de este genero. De esto nos dá alguna noticia el Padre Provincial Juan Baptista de Zea por estas palabras (6): No se tolere por ningun caso, que el Compañero del Cura tenga en su aposento frascos, ni frasqueras, ni barriles, ni barriletos de aguardiente, mistela, ó vino, ni otros regalitos de vizeochuelos, conservas, azucar, torta de rosa, que los Padres Curas les suelen dár para su regalo, con menoscabo de la observancia. Y persuadanse los Padres Curas, que no poniendo en los aposentos de los Compañeros dichos regalos, evitarán el que algunos sugetos discurran y malicien que hacen ese agasajo á sus Compañeros para taparles la boca, y que no avisen al Superior de sus faltas. Y los mismos Compañeros se librarán de la nota que alguno quizá les impondrá, de que por coechados faltan á la fidelidad que deben á la Religion.

98 Pero doy que las precauciones tomadas para el caso, y el temor de que los efectos descubran el desorden , embarace á estos Padres el incurrir en él fuera de casa: no puede haber dentro de ella otro mayor? Con el debido rebozo le insinúa disfrazado el mas hábil de los Provinciales que ha tenido esta Provincia el P. Agustin de Aragon, diciendo (7): En el régimen de los muchachos que sirven en Casa, se debe evitar lo primero, que entren sin necesidad en nuestros aposentos, ni estén dentro despacio con titulo de escribir, ú hacer otra cosa, y aun quando entran de paso para alguna cosa precisa, no permitirá el Padre que se cierre la puerta. Lo segundo, no conviene que se introduzca tever muchacho fijo á la puerta para acudir á lo que se le mandáre; para esto basta la campanilla que desde la puerta del aposento se toca, y lo demás tiene resabios de autoridad parecida á la que osan los Palaciegos. Lo tercero, que fuera detestable si sucediese el halagar con les manos á los muchachos, ó tocarlos con pretexto de agasajo, familiaridad, ú otro mas baxo, y llamolo asi , porque en la verdad semejantes acciones envilecen á qualquiera, quanto mas á Varones Espirituales, de quien pende la enseñanza y salud eterna de estos pobrecitos , que tal vez llegan á sospechar por menores demostraciones intentes igualmente baxos á los que ellos conciben, y mas quando se estimúla la embidia del que ven mas acariciado del Padre. Sobre este particular hay un número considerable de Cartas , Avisos , Moniciones, Ordenes y Providencias, asi de los Generales, como de los Provinciales, y suponiendo eso mismo haber sido largos y muchos los graves desordenes, no se han visto los Padres Misioneros expulsados.


(6) Ibid. Tom. 2, pag. 67. (7) Ibid. Tom. 1, pag. 73.