que todo conduce para que cobren amor y querencia a sus pueblos, los yndios y quantos de nuestra parte se pondrán los remedios más eficazes para que no [h]aya tan- tos fugitivos, ya entre los portug[u]eses y baquerías, ya entre ynfieles, y a los en las Provincias y ciudades de españo- les, como Buenos Ayres, Sta Feé, Corrientes y en el Tucu- mán en la ciudad de Córdova, Santiago, Salta, y en los Reynos del Perú, y Chile, y aunque esto se puede atribuir a su ánimo novelero, pero lo cierto es que como ellos mis- mos se explican haciéndoles cargo y queriéndoles persuadir a que se restituyan a sus pueblos, la razón que dan para no bolver es que en ellos, aunque travajen continuamente no al- canzan ni montera para cubrir su caveza, ni jabón de vaie- ta, ni hongarina*, ni calzones, ni un cuchillo siquiera y que estas cosas solo las alcanzan algunos principales. También se deve adbertir que para la conservación, aug- mento y defensa de estos pueblos, es muy necesaria la des- treza a manejar las armas y estando este punto tan encargado de Roma, apenas [h]ay exercicio de ellas, sino quando llega la occasión de las visitas, como se vee en el poco o ningún tino en disparar las bocas de fuego, en la mucha ignorancia que tienen en la disciplina mi- litar, pues no se ven escuadronarse*, ni la cavalleria ni la infantería, y ésta apenas la [h]ay, sino desde
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