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infalible el fundamento sobre que esta fundada, que es la lglesia, y créanla en otras cosas, por importantes que sean. Y, si la descreen en ellas, también en ésta, y quédanse sin escriptura divina y al albedrío y antojo de lo que cada uno quisiese poner por tal. Y aunque la soberbia de estos inventores de errores sea tan grande que parece no poder más subir, pues adoran como a ídolos sus pareceres y desprecian toda la Iglesia con sus santos varones, mártires, confesores y doctores, cuya vida ha sido muy excelente y más que humana, hechos familiares a Dios y declarados por sus amigos con muchos y diversos milagros, y de altos ingenios ejercitados en la divina Escriptura, llenos de luz celestial para la entender, como gente pues- ta por Dios para que enseñasen su Iglesia; roas, ya que estos engañadores se hagan entender a sí mesmos que son los que no son, con gran desvergüenza, mayor lo es que haya gente que, dejada la Iglesia católica, los quiera creer y seguir tan sin por qué. Porque, si los siguen movidos por autoridad de ellos, el error está claro, pues que, habiendo de creer a algunos, más razón era creer a los que tienen más cualidades para ser creídos que a los que menos, y cosa es notoria cuánto exceden en todo bien los santos pasados a éstos. Y que, pues es costumbre, aun humana, que cada uno descubra sus secretos a sus amigos, y los mayores secretos a los mayores amigos, y el mismo Señor lice a sus apóstoles ser sus amigos, porque les descubrió los secretos que su Padre le había descubierto a él, o hemos de decir que en la tierra no ha habido verdadero conocimiento de Dios, o que lo tuvieron aquellos cuya vida, muerte y milagros dio testimonio que eran verdaderamente amados y amadores de él. Y despreciar a estos santos y tenerlos por engañados en cosas necesarias y provechosas para la salvación, es blasfemar