Muy S[eño]r mío, mi vecino,
D[o]n Fran[cis]co Bruno de Zavala, capitán de dragones, era comandante del Pueblo de S[a]n Juan, distante quatro leguas de el de S[a]n Angel, vino estos días pasados a visitarme y me dijo que deseava V[uestra] S[eñoria] veer unos papeles que he hallado aquí; los que remito a V[uestra] S[eñoria] con mucho gusto, pues no dejan de contener cosas que manifiestan su odio contra la nación, su independencia y su poca o ninguna fidelidad a su Monarca; y aunque V[uestra] S[eñoria] los pida con condizión de volverlos, puede V[uestra] S[eñoria] quedarse con ellos y usar de ellos conforme le pareciere, pues me consideraré s[iem]pre muy dichoso, quando en algo podré contribui, en justificar la rebeldía de los P[adres] oponiéndose a la voluntad del Rey de q[uie]n tan justam[en]te han incurrido la indignaz[ió]n.
V[uestra] S[eñoria] sabrá lo que le ha maquinado en S[a]n Borja,
Pueblo en que puso su quartel g[ene]ral el Governador, D[o]n Pedro de Cevallos, p[ar]a justificar la innocencia de d[ic]hos Padres de cuya canonizaz[ió]n es portador D[o]n Diego Casares hasta Buen[o]s Ay[re]s y D[o]n J[ose]ph Molina, hasta España, y p[ar]a