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assitencia, tan frequente al Templo y Casa de Dios y fuera de ella, pues todos los pueblos parecen un remedo del cie- lo, no se oyendo* otra cosa por las mañanas, y tardes desde que amanece hasta que anochese, si no es alavan- zas de Dios, verificándose assí que “a solis ortu usque ad ocasum laudabile nomen Domini”* comenzando desde los niños que ape- nas saben articular las palabras, lo del profeta que dice: “Ecce infantium et lactentium perfecisti laudem”* prosigui- endo en la misma forma por todas las edades de jubentud, varones y ancianos, pues en todos se vee y reconoce el summo cuydado y aplicazión de los que los tienen a su cargo en la asis- tencia tan puntual y frequente a la Iglesia, Missa, pláticas y sermones y con expecialidad la doctrina christiana y demás oraziones que cotidianamente se rezan a las horas a- costumbradas y sobre todo la frequencia de sacramentos, asisten- cia a los enfermos y caridad con los sanos vistiéndolos en su desnudez y procurándoles el sustento a todos con pater- nal solicitud a que se añade el bien de atender a su de- fensa y oponerse a tantos enemigos como por todas par- tes procuran su ruina, ya con armas, ya con escritos in- famatorios, ya con calumnias y de otras muchas que no es fá- cil referir. Esto propiamente es estar en estas santas Doctrinas que la presencia corporal sirve de poco, quando no se emplea en buscar la mayor honra* y gloria de Dios y bien de las almas