assitencia, tan frequente al Templo y Casa de Dios y fuera de ella, pues todos los Pueblos parecen un remedo del cielo, no se oyendo otra cosa por las mañanas, y tardes desde que amanece hasta que anochese, si no es alavanzas de Dios, verificándose assí q[u]e a solis ortu usque ad ocasum laudabile nomen Domini[1] comenzando desde los niños que apenas saben articular las palabras, lo del profeta que dice: Ecce infantium et lactentium perfecisti laudem[2] prosiguiendo en la misma forma por todas las edades de jubentud, varones y ancianos, pues en todos se vee y reconoce el summo cuydado y aplicaz[ió]n de los que los tienen a su cargo en la asistencia tan puntual y frequente a la Ig[lesi]a, missa, pláticas y sermones y con expecialidad la doctrina christiana y demás oraziones que cotidianam[en]te se rezan a las horas acostumbradas y s[ob]re todo la frequencia de sacram[en]tos, asistencia a los enfermos y caridad con los sanos vistiéndolos en su desnudez y procurándoles el sustento a todos con paternal solicitud a que se añade el bien de atender a su defensa y oponerse a tantos enemigos como por todas partes procuran su ruina, ya con armas, ya con escritos infamatorios, ya con calumnias y de otras muchas que no es fácil referir.
Esto propiam[en]te es estar en estas s[an]tas Doctrinas que la presencia corporal sirve de poco, q[uan]do no se emplea en buscar la ma[y]or honra y gloria de Dios y bien de las almas