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a Dios en su viña, los que somos eclesiásticos y nos escogió Dios para eso, lo tengo todo por nada. Paro ya aquí por no cansar más a Vuestra Paternidad Reverenda con tantas prolijidades, y porque son tantas las lágrimas y sollozos con que esto estoy escribiendo, viendo mis deseos mal logrados por ser yo im hombre tan malo, los trabajos de tantos años, las persecuciones que he padecido, las enfermedades tan graves que he pasado, llegando a estar a la muerte, que lo de menos es la hacienda perdida, pues se gastó en el servicio de aquel mesmo que la dio, pues la mayor honra que podré tener es ser pobre por Christo, que no tengo más alivio en tan grande desconsuelo que volver mis ojos tristes a aquel Señor amantisimo que va con su cruz a cuestas por este áspero camino de mi instituto, hasta ser clavado en ella por mis enormes pecados y representarle aquella buena voluntad y afecto de amor tan grande con que me sacrifiqué a su servicio, conque le ofrecí mi vida, mi hacienda y mi honra, cuanto tenia y valía para gastarlo en edificarle su templos de nuevo y capúlas en que la bula apostólica manda se representen los misterios de su crucifixión sacratísima; volviendo yo aquellos benditísimos lugares de asquerosos muladares, que antes eran cuevas de ladrones y centinas de pecados y maldades que entre las ruinas de estas paredes caidas se cometían, retratos del paraíso y cielos abreviados, asistidos de sacerdotes y siervos de Dios muy santos, enriquecidas todas estas capúlas de preseas admirables, adornadas de grandezas muy estimadas y ricas, celebrándose en ellas todos los días muchas misas, predicándose la palabra de Dios, ejercitándose los sacerdotes dellas en continuos ejercicios y principalmente de disciplina todas las noches, frecuentando allì el pueblo los sacramentos y frecuentando aquellas santas estaciones, principalmente las cuaresmas, con penitencias gravisimas. Y sacándose, por ultimo, tan grande aprovechamiento de las almas, que es imposible explicallo. Y así, el consuelo que tengo en mi tristeza es esperar de la bondad de Dios el premio de tantos trabajos en esta vida con lo temporal necesario para pasarla honrosamente, sustentando las obligaciones de la familia y estado que tengo; y en la otra la salvación de mi alma. El otro alivio que, después de Dios, tengo en mis penas, es haberme dado su divina providencia a Vuestra Paternidad Reverenda por mi padre, por mi refugio yamparo, porque es tanto lo que le amo, que sólo con pensar en sus cosas y mirar la efigie de su retrato me sirve de diversión y descanso; paso mi vida solo y retirado y entretenido con leer y estudiar en sus libros, que son toda mi alegría y gusto, y en proseguir aprovechándome de ellos, con mis rudos escritos, para ayuda de lo cual ruego muchio a Vuestra Paternidad Reverenda no se olvide de enviarme quam primum los libros del Mundo subterraneo, el Curso niatemático del padre Gaspar Escotto, y los otros 4 de la Magia natural. Paro ya aquí, que no puedo decir más, y acabo con suplicar tiernamente a Vuestra Paternidad Reverenda se acuerde de mí en mis trabajos y le ruegue a Dios y a su Santisima Madre me de aquello que más convenga a mayor gloria y salvación de mi alma, así en lo temporal para poder pasar con algún descanso la vida, como en lo espiritual, para poder servir y trabajar en su viña con fruto y logro mío, y aprovechamiento de las almas, que quiere a mi cargo, que es lo que siempre he mirado. Con todo lo otro et caetera, que en la otra cuya copia es ésta y va más dilatado, que confío habrá recebido Vuestra Paternidad muy Reverenda.