f. 13r
desacato, de falsa y engañadora y que no haya habido en ella el verdadero conocimiento de Dios. Y, si esto de que la acusan fuera cosa de poca importancia, no fuera la desvergüenza tan grande ni manifiesta. Mas decir que se ha engañado y ha enseñado falsa doctrina acerca de cosas importantísimas a la cristiana religión, asi como si hay libre albedrío; que el papa sea cabeza de toda la cristiandad o no; que en el santísimo sacramento del altar adoramos a Cristo o a un poco de pan, ¿qué otra cosa es sino decir que no ha habido Iglesia, pues no le compete lo que San Pablo dice: Quae est domus Dei, columna et firmamentum veritatis? Y si esto es así, menester es buscar donde se pasó la Iglesia que estaba en los santos apóstoles y en los cristianos de su tiempo, y de la que dice el Señor: Ecce ego vobiscum sum usque ad consummationem seculi; y: Super hanc petram aedificabo ecclesiam meam et portae inferi non praevalebunt adversus eam. Claro es que, muertos los apóstoles, la Iglesia no se pasó a la gente que adoraba idolos, sino a la que recibió la fe de Cristo, enseñada por los apóstoles, y permaneció en ella. Y, si éstos en quien sucedió fueron engañados, no ha habido Iglesia en todo este tiempo en la tierra, siendo imposible, de ley ordinaria de Dios, que haya habido tiempo, aunque muy breve, que haya estado sin ella, pues el Señor dijo que estaría con ella omnibus diebus. Y, si no ha habido Iglesia, no hay fundamento para recibir alguna escriptura por de infalible verdad, pues que por otro medio no tenemos los católicos ni los herejes a una escriptura por infalible sino porque la Iglesia la aprobó por tal. Y si, en cosa tan importantisima como dar autoridad de escriptura divina a unos libros y quitarla a otros, la Iglesia acertó, el espíritu de la verdad y de Dios mora en ella, y por fuerza lo han de confesar así todos los que recíben la tal escriptura por infalible. Y, pues quieren tener por tal el edificio que es la escriptura, tengan por